miércoles, 8 de febrero de 2012

Mujer Mariposa


Descenso no es una canción normal. La oí por primera vez luego de una larga fiesta en casa de quienes la compusieron. Ellos no estaban. Mi amigo me dijo que se parecían a las cosas que yo le mandaba. Antes me había dicho que tenía que oirlos, que eran muy buenos. Esta vez, al hacerlo, me recordaron a todas esas bandas tristes que dejan caer paredes de melacolía echa sonido sobre nuestros oídos, sonidos que ahora abundan en mi vida y que no piensan irse en un buen tiempo. Era como oir un asalto a Godspeed! You Black Emperor hecho por mayas. Luego supe que en ese lugar, casa Huayamilpas, hacían talleres de Son Jarocho y me los imaginé un poco jipis haciendose los campesinos y repitiendo, al son de la jarana, lo que su compañero había dicho segundos antes en la canción. Dormí en la cama de alguno de ellos mientras el tipo andaba en Alemania, me comí las manzanas de su nevera e hice mil veces café en su estufa.

Por esos mismos días pasaba las tardes en La Victrola, uno de esos lugares maravillosos que se mueren en el D.F. Valentina trabajaba en sus fotos de gente muerta y gente viva y yo...yo tomaba fotos y salía a caminar y oía música. Un día su papá, un señor argentino e imponente, se metió en una pelea sobre una fruta y sus espinas con una terquedad que yo no sabía posible. Otro día ambos gritaron emocionados cuando encontraron la grabación perdida que él le hizo a Cortazar en Nicaragua. Esa misma tarde contó como Alfredo - si, el señor le dice Alfredo al gran Zitarroza- se metió en una pelea que él inicio y en la que el cantante de "Zamba Pa´ Vos" intervino para tumbar de un golpe al contrincante. A partir de ese momento me di cuenta que estaba frente a una leyenda y el temor a su figura y su voz gruesa se convirtieron en un asunto reverencial. Yo veía los discos colgados en la pared, descubría todos los días algo distinto, me enamoraba de todos los sonidos guardados en esa casa, todos como una avalancha de la historia latinoamericana que alguien había luchado por no olvidar jamás. Discos y discos de todos los estilos posibles, grabaciones de cientos de músicos de todo el hemisferio, detalles de la historia
hecha sonido...y por supuesto, Oscar Chavez.

En otra ocasión Valentina me presentó a Leon Chavez Texeiro y yo lo dejé pasar como quien esquiva una bala. Por supuesto, ustedes no lo saben, pero soy muy bueno para esquivar balas. Texeiro hace parte del soundtrack de muchisimos mexicanos que he conocido, crecieron con él, con su actitud de "realmente no soy ni un gran cantante ni un gran músico, pero tres frases mías van a crear una fisura irreparable en la simpleza con la que ves el mundo". Sin embargo, aún no se muy bien cómo, había esquivado momentaneamente esa bala. En la casa de los Ampersan hicimos otra fiesta. Esta vez conmigo en la labor de diyei y uno de los que ordenaba la noche de karaoke. Una fiesta destructiva y maravillosa en la que todos los colombianos presentes saltaron sobre el microfono para cantar Soledad Criminal. Hubo dedicatorias a Miguel Angel Beltrán, hubo mezcal y una pataleta mia. Hubo un momento en el que dos tipos sacaron trompetas para tocar sobre un par de canciones que estaba mezclando.

En México me enfermé de todos los males posibles, incluyendo algo raro en el corazón y una suerte de alergia que se fue tan rapido como llegó. Caminé por Coyoacán, conspiré con gente que quiero. Cocinamos y bebimos y nos quedamos paralizados cuando desde Colombia nos terminaron por correo electronico. Esperamos noticias, tomamos decisiones y más mezcal. Perdí a un gato y sus dueños me cuidaron haciendome sopas y menjurges con la única condición de que yo los levantara con música distinta todos los días.


Luego fueron esos recorridos entre rancheras, huracanes y canciones tristes. Momentos inesperados entre gente que no pensé pudiera llegar a querer así y que me ha sabido arrastrar como un carrito de esos que uno se encuentra en el patio de la casa, esos carritos que son tan bonitos pero están ahí, sin ruedas y oxidados, esperando que alguien les ponga una cuerdita y los devuelva a la vida. Gente que extrañamente cree en lo que yo no soy capaz de creer. Gente que me jala como el carrito sin ruedas que me he vuelto.

Ya no se porqué, un día, Julian me envío Mujer Mariposa. Versión en concierto, cover de Ampersan. Esa bandita de jipis que no saben que me quedé en su casa, la convertí en un muladar y ayudé a que la destrozaran hordas de borrachos latinoamericanos. Leon Chavez Texeiro le escribe a su mujer compañera y le dice: "mujer mariposa, regalame un hijo, y dame el sonido de música nueva que nunca ha nacido". Zindu canta y la banda completa convierte una canción relativamente simple en una maravillosa combinación de ruidos en los que se pasea la historia y el futuro de Mexico. Pero más allá de todo se encuentra esa frase sobre la música, la vida, los sueños, el futuro, lo incierto y lo posible. Hay un tipo de belleza inexplorada en esa frase, un llamado a querer, a creer, a crear.

Me pegué a esa canción como quien intenta aferrarse al borde de un abismo en el que está a punto de caer. La exploré mil veces de mil formas distintas, intenté ver a través de ella, entender el mundo que intentaba describir. Aún no lo comprendo, todavía estoy en el momento en que busco desenredar los pliegues de esa historia, la manera en que entra en las fibras de mi vida, su poder molecular, la vitalidad con la que se entrega a lo posible e indeterminado, la forma en que describe la esperanza en la forma de una vida en creación y se dispone a decir que esa vida solo puede ser definida en la forma de un sonido.

Este año que pasó perdí muchas cosas, empezando por las ganas de moverme, de sentir y de creer en los demás. Sentí que me arrancaron los sueños, la esperanza, laposibilidad de confiar, la solidaridad, la idea de construir caminos distintos pero conjuntos. Ví de cerca el egoísmo, el
utilitarismo, el interes, la displicencia como la forma en la que al final se manifiesta la gente. Sentí tanto asco de mi que aun los rezagos de esa sensación me han impedido verme con cariño. Asco por mi, por lo que me rodea, por la gente, por la vida. Paralisis, silencio, perdida absoluta de la voluntad. Pero tambien, el mismo día que comenzaba, entre botellas de ron y vino, alguien me recordó que en la música, a veces se encuentran las razones para seguir caminando. Y luego conocí Mujer Mariposa, la compartí con la gente que quiero, recordé que vale la pena querer.




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